YO Y MI SILENCIO INTERIOR AUNQUE DE SILENCIO NO TI

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No sé ni cómo ni porqué. Acá estoy regresando de la nada. De escribir sin ecos, de buscar un cuaderno y no encontrarlo y llegar al teclado buscando letras inexistentes.

Hoy entré a revisar mi blog y me llevó al pánico de que había desaparecido. Sí, lo había abandonado y cuando me llegó el aviso del cambio, me dije que tenía mucho tiempo por delante. Hoy, el enlace me llevaba a un lugar inexistente. Y apareció la posibilidad de traslado. Lo trasladé, no sé si por no perder nada, o por volver a comenzar.

Siempre volvemos a comenzar, al menos yo. Cada día es un nuevo comienzo. Hace tanto que no tecleaba más que boludeces. Comenzaba con algo nuevo que inmediatamente abandonaba. Era un abandono terco. Era una desconcentración.

Yo que me apasiono y con la misma terquedad me desapasiono para volver a apasionarme con otra cosa. Yo que lo único que doy por seguro es que escribiendo soy y me hago, me construyo, me imagino y me transformo. La misma que adora cada cosa que hace y que piensa que nunca va a dejar de querer hacerlo y un tiempo más tarde decide adorar otras actividades. Pero las letras sin medida, sin forma, sin autoridades, sólo con grandes maestros que marcan camino son, junto con algunos de mis afectos, la pasión más duradera.

Aquí estoy, entonces, regresando, regresándome, volviendo y apasionándome nuevamente.